domingo, 20 de junio de 2010

EL CONOCIMIENTO COMO BASE DE LA AUTO--TRANSFORMACIÓN

La evolución del conocimiento científico ha experimentado en los últimos años un avance que adquiere dimensiones sorprendentes.

El universo ha sido uno de sus objetos de estudio con descubrimientos de nuevas galaxias, estrellas y planetas, además de novedosas teorías que explican su génesis y funcionamiento sobre la base de apasionantes modelos que la nueva física viene desarrollando. La evolución biológica de la especie humana también ha sido objeto de estudio y de permanentes actualizaciones a partir de los nuevos descubrimientos y tecnologías disponibles en la antropología.

Asimismo, resulta fascinante el viaje que la ciencia realiza a la intimidad de la vida biológica, descifrando el mapa del genoma humano, comprobando la íntima relación entre todos los seres vivos.

De esta manera, cuanto mas avanzamos en la búsqueda de lo infinitamente grande (el universo), vamos comprendiendo mejor lo infinitamente pequeño (el mundo de la célula o el del átomo).

Sin embargo, muchas facetas de un fenómeno tan complejo como la vida continúan siendo una incógnita para la ciencia. Sobre el nacimiento y el proceso de la conciencia y de la razón, características esenciales de la vida humana, sólo existen teorías, diferentes y hasta antagónicas, y estamos lejos de llegar a una síntesis conceptual.

Ocurre que la conciencia y la razón no son visibles al telescopio ni al microscopio.

La conciencia, el campo donde conviven el amor y el odio, la ternura y la violencia, la sabiduría y la ignorancia, refleja un nuevo territorio de investigación, tan apasionante y revolucionario como el del mundo de la materia. Desde el punto de vista del conocimiento espiritual, este es el territorio del espíritu, soporte esencial de la conciencia y que utiliza a la razón como instrumento, que en un lento proceso evolutivo, impregnado de sucesivas experiencias en la materia, resulta indispensable para su evolución.

Si bien es cierto que nuevas corrientes de pensamiento, no sólo de las ciencias humanísticas, sino también de las ciencias duras como la física, son más proclives a incluir un universo más amplio que el de nuestra realidad física, aún imperan viejos paradigmas y prejuicios que actúan como barreras a la evolución del conocimiento, al igual que en la antigüedad ocurrió con tantos descubrimientos finalmente aceptados.

Quizás la próxima fase del conocimiento humano sea la integración de estos dos factores, el físico y el espiritual, el biológico y el de la conciencia.

El conocimiento espiritual, hace un aporte en este sentido, proponiendo una auténtica ciencia del espíritu, con importantes derivaciones filosóficas para la vida del ser humano, libre de condicionamientos dogmáticos y abierto a la evolución del conocimiento universal.

A través del conocimiento espiritual, el ser humano comienza el aprendizaje de las leyes que rigen su verdadera esencia, su capacidad de análisis adquiere nuevas dimensiones, conduciéndolo a una ética universal y a la comprensión de que todos somos iguales y que todos estamos inmersos en el mismo proceso evolutivo.

La transformación individual y social, va de la mano del conocimiento en todas sus facetas, encaminando al ser humano hacia nuevos paradigmas, en un proceso continuo de aprendizaje y niveles crecientes de conciencia, dando como resultado que en su escala de valores este en primer lugar lo moral antes que lo material.

Conviene recordar que “Solo el conocimiento nos hará libres”

No hay comentarios:

Publicar un comentario