jueves, 8 de agosto de 2013

LA EVOLUCIÓN DE LA CONCIENCIA

El individuo ignora, no sabe cómo debe superar los obstáculos del medio porque hay ausencia de patrones de evaluación inteligentes y emocionales de carácter evolutivo.

LA EVOLUCIÓN DEL ESPÍRITU HUMANO SIGUE LA DINÁMICA DE CAMBIOS Y TRANSFORMACIONES QUE CARACTERIZA A LA EVOLUCIÓN UNIVERSAL.

El ser vivo avanza desde la ignorancia hacia la sabiduría y el amor. Y en ese largo camino evolutivo, las sensaciones, la observación, la comparación, el juicio crítico, las emociones, los sentimientos, los ensayos acertados o desacertados y el desarrollo de las tendencias conductuales, permitirán la maduración fructífera de las pautas y criterios con que ha de enfrentar nuevos conocimientos y sentimientos.

Durante este proceso de asimilación de experiencias, el individuo incurre en tendencias equivocadas que se apoyan fundamentalmente en el orgullo y el egoísmo como facetas erróneas aún muy presentes en su naturaleza espiritual. Como consecuencia se generan conductas que acarrean dolor, desengaños, frustraciones, pero también maduración existencial.

Los primeros pasos del ser vivo transcurren entonces en la ignorancia, la ausencia de conocimientos y experiencias que le permitan el aprendizaje por el error o por el acierto.

El ser no sabe ser y hacer.

El individuo ignora, no sabe cómo debe superar los obstáculos del medio porque hay ausencia de patrones de evaluación inteligentes y emocionales de carácter evolutivo. Aún no ha desarrollado o conformado su Sistema de Evaluación Conductual o Responsabilidad Conciencial que se deriva y se forma a partir de las experiencias de vida, es decir, de la comparación entre las conductas ensayadas, realizadas o programadas y sus consecuencias o efectos.

Por lo tanto no hay aún conciencia del error, ni responsabilidad conciente.

Son las experiencias de la vida en la materia las que desarrollan y conforman la conciencia del espíritu y su personalidad. Se evidencia una vez más la necesidad del espíritu de encarnar, de nacer, para poder hacer experiencias, aprendizajes y así evolucionar. La responsabilidad de la conciencia es una adquisición que logra aquilatar el espíritu a lo largo de múltiples y diferentes existencias.

Es una conquista evolutiva que se desarrolla a lo largo de la evolución biológica y gracias a ella, y que posibilita la conformación del sistema de evaluación conductual, que permite evidenciar y desarrollar los valores éticos.

Esta responsabilidad ética, es un producto de la maduración del espíritu humano, sobre la base de experiencias de vida. Y mientras el espíritu permanece en la ignorancia de la finalidad trascendente de la existencia, va mediante el proceso de la reencarnación realizando aprendizajes, siendo protegido y conducido por las leyes divinas, aunque las ignore o se rebele a ellas. Estas leyes lo irán llevando, guiando a su despertar espiritual, hasta que él mismo se reconozca espíritu inmortal.

Comienza entonces a transitar el camino de la evolución consciente donde va comprendiendo la trascendencia de sus actos, pensamientos y sentimientos. Se hace cargo de los mismos, los reconoce como propios y busca deliberadamente el desarrollo de los sentimientos, el conocimiento y el saber que lo habiliten para su libertad. Libertad para amar, para ser generoso, solidario, altruista, respetuoso del semejante.

La certeza de la inmortalidad es una conquista trascendente para el progreso del espíritu. Conquista a la que se accede por propio esfuerzo. Significa comprender fehacientemente que nada de lo que sucede en la vida es en vano, que se es responsable de los propios sentimientos, pensamientos y acciones, es decir, de la propia vida. Implica reconocer que los logros y el progreso constituyen el fruto del trabajo personal.

En el ser debería anidar la íntima seguridad de que su conducta no depende de preceptos externos, miedos, dogmas o convencionalismos, sino de convicciones interiores, de razonamientos y sentimientos inmanentes.

Por eso los hombres deberíamos procurar que nuestros actos, pensamientos y sentimientos sean honestos y coherentes con los grandes objetivos de bien que comprendemos y de esta manera robustecer nuestra conciencia, siendo capaces de hacer las cosas bien aunque nadie nos esté mirando.

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