martes, 15 de diciembre de 2015

ESTADOS DEL ALMA: LA GRAN DIFERENCIA DE SER, ESTAR O PARECER

CUANDO ESTUDIÁBAMOS LA GRAMÁTICA CASTELLANA EN NUESTRA INFANCIA, ESTAS TRES ACEPCIONES SE LIGABAN A UN MISMO VERBO. HOY ME DOY CUENTA QUE NADA TIENEN QUE VER UNA CON OTRA Y QUE LEJOS DE SER SINÓNIMOS A VECES ALUDEN A REALIDADES ABSOLUTAMENTE CONTRAPUESTAS.

Mientras cuando se ES nos instalamos en un estado de permanencia que dura por siempre, cuando se ESTÁ lo hacemos eligiendo, en cierto modo, la situación en la que nos situamos y siempre es temporal. Sobre PARECER pudiéramos decir que no depende tanto de lo que somos, sino de la proyección que lanzamos al exterior y es recogida por los demás.

DE HECHO EN LA VIDA REAL ES LO QUE OCURRE, SOMOS TRES PERSONAS DIFERENTES:

1.- LA QUE SOMOS EN ESENCIA.

2.- LA QUE SOMOS EN EL MOMENTO EN QUE ESTAMOS.

3.- LA QUE A LOS DEMÁS LES PARECE QUE SOMOS

Y eso da lugar en numerosas ocasiones a lo largo de nuestra vida debido a la velocidad con que la vivimos, a confundirnos nosotros mismos, teniendo dificultad para reconocer en cuál de las tres estamos. 

Y esa confusión es la causa de grandes, medianos y pequeños conflictos, que serían evitables si siempre nos mantuviésemos en el lugar correcto, en nuestra esencia.

ES DECIR: SIENDO NOSOTROS MISMOS EN TODOS LOS MOMENTOS DE NUESTRO CAMINAR EN ESTA MARAVILLOSA AVENTURA QUE LLAMAMOS VIVIR.

Cuando esto no es así, simplemente estamos siendo lo que otros quieren que seamos o dejándonos influenciar por lo que otros quieren que seamos y esto es uno de los motivos principales que hace que la infelicidad se instale en nuestras vidas.

Tan singular es el juego que dan estos tres términos que se enredan entre sí, muchas veces y pueden usarse con las mismas palabras acompañantes mientras en cada caso habrá un significado diferente para cada una. SOY delgado o grueso, por nacimiento y genética; puedo ESTAR delgado o grueso por elección y por último, depende de quién me observe y sus criterios puedo PARECER delgado o grueso en diversos grados. 

LO MISMO NOS SUCEDE CON LOS ESTADOS DEL ALMA, CON LO QUE SOMOS, CON LO QUE PARECEMOS O CÓMO ESTAMOS EN UN MOMENTO DETERMINADO

Puedo ser bueno o malo, intrínsecamente, por aprendizaje, influencia del ambiente, circunstancias o genética karmática. Lo seré y desde esa posición de posesión de mi propio estado de bondad actuar incluso inconscientemente. Esta circunstancia es la más difícil de manejar puesto que los patrones de comportamiento se incrustan en un pasado nuestro o ajeno que influye continuamente sobre la conducta.
También puedo estar mejor o peor, quedarme instalado en el mal, en la agresión, en la ira o en el enfado perpetuo e ir con esas actitudes conviviendo con los demás. No olvidemos que estar equivale, de algún modo a elegir y ello nos puede ayudar a cambiarlo. Si estoy mal, puedo elegir estar mejor y luchar por ello. Basta cambiar los esquema de planteamiento de lo que entendemos por problemas y ver en las dificultades oportunidades de crecimiento interior y mejora.

Por último, si parece que somos malos o buenos…nos situamos en el terreno de la opinión del otro y ese camino es débil, fluctuante y absolutamente subjetivo.

No nos compete. No es nuestra realidad intrínseca. Solamente es una opinión externa que podemos considerar u obviar según nos importe la persona que emite el juicio y el valor interno que concedamos a éste mismo.



DE LAS TRES ACEPCIONES, SOLAMENTE LA PRIMERA REVISTE DIFICULTAD SI QUEREMOS CAMBIARLA. TRABAJAR PARA MODIFICAR EL SER ES UN TRABAJO ARDUO PERO NO IMPOSIBLE.

SIEMPRE HAY POSIBILIDAD DE MEJORA. EN CUALQUIER CASO, SIEMPRE PODREMOS INVENTARNOS DE NUEVO SI DESDE LO MÁS ÍNTIMO DE LO QUE SOMOS NACE LA GOZOSA NECESIDAD DE HACERLO.

COMENCEMOS POR SOÑARNOS MEJORES EN TODOS LOS ÁMBITOS Y EL PROCESO DE TRANSFORMACIÓN SE HABRÁ INICIADO.

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