jueves, 1 de febrero de 2018

EL LADO POSITIVO DE MIEDO


TODOS TENEMOS MIEDO A ALGO Y QUIEN DIGA LO CONTRARIO POSEE UNA PERSONALIDAD DISTORSIONADA DONDE HA PERDIDO EL PRIMIGENIO INSTINTO DE CONSERVACIÓN EN BASE A UNA MAL ENTENDIDA VALENTÍA QUE LE ENCUADRA EN OTROS PERFILES DE LA CONDUCTA HUMANA.

El miedo nos impulsa hacia la huida o hacia el enfrentamiento. La fobia congela. El miedo no. La percepción del miedo se relaciona con el cerebro más antiguo que poseemos: el reptiliano. La amígdala, encargada de administrar el cortisol (hormona del stress) es la responsable de conductas instintivas que nos protegen.

La gran mayoría de nuestros miedos proceden de la infancia. Donde se nos educaba huyendo del peligro y afianzando los miedos. Donde en numerosas ocasiones para que hiciésemos lo que los mayores querían que hiciésemos, se nos amenazaba con personajes o cosas que daban miedo.

Por eso debemos hacer un repaso a nuestra forma de reaccionar ante determinadas situaciones que nos provocan stress. Miedo a la oscuridad, a la soledad, a hablar en público, a los ruidos, a lo desconocido … y el peor de los miedos ……. el miedo a tener miedo.

LOS MIEDOS DISMINUYEN SU INFLUENCIA EN NOSOTROS SI SOMOS CAPACES DE POTENCIAR NUESTRA AUTOESTIMA, NUESTRA AUTOIMAGEN Y SOBRE TODO SABEMOS VALORAR NUESTRO PODER INTERIOR, ES DECIR SI SOMOS CONSCIENTES DE NUESTROS DONES, TALENTOS Y VIRTUDES.

Nos consideramos mucho menos capaces de lo que somos para todo. Solamente tiene que llegar a nuestra vida una situación que nos obligue a hacer frente a lo que nunca creímos posible en nosotros y nos daremos cuenta que hay otro yo en nuestro interior, fuerte y poderoso capaz de darnos una lección.

A veces, lo mejor es dejar que el miedo se manifieste y estar a solas con él. Mirarle a la cara, dialogar sobre cómo quiere atarnos a la angustia, pedirle que nos acompañe mientras le preparamos la salida. Y ver que no ha pasado nada. Que todo sigue igual. Que nosotros podemos pasar por lo que otras personas pasan. Que nadie es más que nadie, ni menos. Y sobre todo, darle un espacio amplio y libre donde podamos ver que no existe el miedo, sino nosotros mismos creándole y alimentándolo.

TODO ESTÁ EN LA MENTE. FUERA SOLO ESTÁ LA REALIDAD, QUE ES LA MISMA CON MIEDO O SIN ÉL.

Quédate a solas con tu miedo. Mantén una conversación con él. Descubre que no es otro más que tú mismo con ganas de que alguien venga en tu rescate. Ese alguien lo tienes cerca: el adulto que hay en ti está para dar la mano al niño que lo padece. 

CONVIERTE EL MIEDO EN UNA SEÑAL DE ALARMA QUE LE SIRVA A TU MENTE PARA NO ADENTRARSE EN LOS TERRENOS PANTANOSOS DEL INCONSCIENTE.

AL FINAL, EL MIEDO COMO TODO LO QUE FORMA PARTE DE NUESTRA VIDA, SOLO DEPENDE DE NOSOTROS QUE SE CONVIERTA EN ALGO POSITIVO O TODO LO CONTRARIO.


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